EL QUINTO PODER: TÚ TIENES LA CLAVE

En las sociedades democráticas existen tres poderes, en principio, diferenciados.  El primero de ellos es el poder ejecutivo, el que ejecuta las normas y gestiona los recursos conforme a las mismas. El segundo es el legislativo, normalmente un parlamento, elegido por sufragio universal y directo, por todos los ciudadanos con derecho a voto, que se encarga de redactar y aprobar las leyes, y controlar, a su vez, al poder ejecutivo. El tercero, el judicial, se encarga de que no existan abusos de poder por ninguno de los otros dos poderes, y de cumplir y hacer cumplir la legislación, los derechos y libertades fundamentales, y los principios generales de la democracia, siempre, imparcialmente.

Después, popularmente, existe el cuarto poder, ostentado por los medios de comunicación, que son los encargados de facilitarnos toda la información a la que tenemos acceso, y, que, de esta forma, controlan nuestro conocimiento, y nuestra opinión con respecto a las actitudes y acciones de nuestros representantes políticos, entre otros aspectos.

Por último, existe el quinto poder, el poder ciudadano, ese poder que parece cada día un poco más enquistado, como adormilado, pero que está ahí, deseando resurgir de sus cenizas y volver a controlar lo que siempre ha hecho, su soberanía y su opinión sobre lo que quiere que se haga con respecto a los que la forman, los/as ciudadanos/as.

El quinto poder, el poder ciudadano, existe en cuanto la ciudadanía pasa a la acción, dice lo que quiere, rechaza lo que no quiere, lucha por lo que necesita y por lo que cree.

En nuestro país, en la época de la transición, vivimos un momento de explosión participativa, estábamos necesitados de democracia y la queríamos utilizar, queríamos decir lo que pensábamos después de décadas de silencio obligado, y lo decíamos, a través de las manifestaciones, la música, la moda, la pintura,… Pero poco a poco, embriagados/as de democracia, fuimos dejando nuestro poder relativamente olvidado, bajando nuestra participación ciudadana, no solo en la calle, sino también en las urnas.  Hemos llegado a un punto de inconformismo conformista, en el que estamos aburridos de todo. Y, es cierto, gran parte de culpa la tienen nuestros políticos/as, puesto que no cumplen nuestras expectativas, y no resuelven nuestros problemas más directos y próximos. Pero también es nuestra, porque no hacemos nada para cambiar la situación, solo quejarnos, y quejarnos, y quejarnos.

El quinto poder es capaz de cambiar muchas situaciones, es capaz de imponer su criterio a los poderes públicos, que al fin y al cabo están ahí por nosotros/as: el quinto poder. Pero ese quinto poder se ha de ejercer, se ha de usar, hemos de practicar la participación ciudadana, hemos de decirle a nuestros/as gobernantes lo que queremos, porque si simplemente estamos en casa, no somos quinto poder, somos un cero a la izquierda.

Todos/as somos capaces de cambiar lo que no  nos gusta si nos lo proponemos. Tú eres capaz de conseguir lo que te propongas, si le pones empeño, pero sobre todo, si te expresas, si manifiestas tu opinión, si propones.

Tú, como ciudadano/a, tienes poder para transformar el futuro, eres el motor del cambio, pero tienes que ejercer tu derecho de participación ciudadana.

Estamos en democracia, y uno de nuestros derechos fundamentales es la libertad de expresión. De hecho, es un pilar fundamental en la participación ciudadana, poder decir lo que se piensa sin miedo a las consecuencias, siempre dentro del respeto al/la otro/a.

Y eso precisamente es lo que se debe hacer, expresarse libremente, decir lo que se piensa, y no conformarse con lo que está establecido.

Parece que, desde los poderes públicos, nos han acostumbrado a pensar que no pintamos nada, que no servimos para nada, que somos el último eslabón de la cadena. Pero no es así, somos el primer eslabón, hay que recordar a nuestros poderes públicos que están ahí gracias a nosotros/as, nosotros/as mantenemos sus sueldos, nosotros/as los elegimos, es a nosotros/as a quien representan, y no sus intereses, nosotros/as somos su sostén, su columna vertebral, y no pasa nada porque se lo recordemos, criticando lo que no nos gusta de su política, de su forma de gobernar, porque en eso consiste precisamente su cargo: escuchar a sus ciudadanos/as, sus críticas, sus sugerencias, sus reivindicaciones, sus quejas, y hacer lo posible porque esos ciudadanos/as se sientan escuchados/as e identificados/as por y en su poder público.

Eso sí, no olvides que existen muchas formas de expresarte, existe la palabra propiamente, escrita u oralmente manifestada, existe la pintura, la escultura, la música, tu forma de vestir,…

Si quieres cambiar el mundo, empieza por ti mismo. Si estás cansado de que te manipulen, ¿por qué no dices lo que piensas en vez de seguir la corriente? Si sientes que te has conformado, pero quieres ser un inconformista, revélate.  Toda persona tiene derecho a mostrar su opinión, su forma de ser, y sobre todo, puede tener la clave para solucionar los problemas de nuestra sociedad, o la llave de una nueva tendencia, un cambio de actitud global, una nueva forma de vida. Pero si no lo dices, no reaccionas, no te haces ver, nunca podrás saber si eres tú esa persona. ¡EXPRESATE!


Mª del Loreto Blázquez

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