DESTRUCCIÓN MASIVA, geopolítica del hambre: Jean Ziegler [Ediciones península 2012]


El suizo Jean Ziegler es uno de los analistas de política internacional más comprometidos. Actualmente es miembro del comité consultivo del Consejo de Derechos del Hombre de la ONU, y profesor de sociología en la Universidad de Ginebra. Siendo el hambre una de sus principales preocupaciones, en este libro analiza el artículo 11 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC), desde su incumplimiento centrado en intereses ocultos, hasta las posibles soluciones, reforzando su análisis con gráficas y cuadros instructivos.

El Derecho al Alimento es un bien público, pero por desgracia la subalimentación es un hecho invisible a los ojos de los gobiernos y las instituciones. Organismos como la OMS, el Banco Mundial o el FMI se muestran indiferentes, y se limitan a estar al servicio de las grandes potencias que abandonan a su suerte a países subdesarrollados condenados a crisis prolongadas donde los sistemas de regadío no existen, han de soportar plagas agresivas, enfermedades inhumanas como el noma, y su sistema de plantación y cosecha es extremadamente rudimentario a pesar de contar con materias primas suficientes para todo el planeta. Es lo absurdo del dogma liberal: Los estados occidentales pagaron billones de dólares para rescatar a sus banqueros delincuentes, y los especuladores se han centrado en los sistemas financieros para propagar el impacto de la crisis  a los productos básicos (inflación).

El hambre impuesto, también sirve como un arma frente a la sublevación del proletariado. Sobre este punto Ziegler analiza el impacto en las conciencias que tuvo la selección natural argumentada por Malthus, o la discriminación racial y alimentaria que desarrolló Hitler para “matar de hambre”, frente a la coordinación de las actividades sociales emprendidas por Josué de Castro (PMA/FAO) para lograr que los compromisos adquiridos por los países industrializados en las cumbres del G-8 y G-20.

¿Hay esperanza? Las soluciones son conocidas, falta la voluntad de los Estados. Recordemos que “un niño que muere de hambre es un niño asesinado”.


JM. Salas

0 comentarios: